martes, 30 de diciembre de 2008

LA FLEXIBILIDAD



“Tres semanas después de que naciera nuestro segundo hijo -cuenta Stefan Einhorn-, mi mujer y yo decidimos ir al cine. Mis padres cuidarían del mayor y nos llevamos al pequeño a la ciudad para ver “Despertares”, con Rober de Niro y Robin Williams.
Entramos en el vestíbulo y fui a la taquilla a sacar dos entradas. La taquillera miró a nuestro hijo, que iba sentado en una especie de mochila sobre el estómago de su madre, y dijo: “No pueden entrar al cine con el niño”. Le contesté que era un crío muy tranquilo y le prometí que saldríamos si, en contra de lo esperado, se ponía a llorar. Me miró sorprendida y contestó: “No es por eso, es que la película no es apta para menores”… Cuando por fin salí de mi asombro, pensé que aquello era una ocasión extraordinaria para usar mi autoridad de médico. De manera que me estiré y dije con voz imperiosa: “El caso es que soy médico y sé que un niño de tres semanas no puede fijar la mirada. No puede ver nada de lo que pase en la pantalla”. Me miró amablemente y dijo: “¡Pero puede oír!”. Después de reflexionar ante aquel hecho unos instantes no pude dejar de contestar: “Estoy orgulloso del concepto tan alto de la inteligencia que tiene mi hijo de tres semanas, pero ¿realmente cree que ya ha aprendido inglés?”. No entramos.”
Que importante es no sacar las cosas de quicio; se trata en el fondo de no perder el sentido común. Esto es lo que puede pasar si no somos flexibles, si hacemos de los criterio o normas, una especie cuadricula rígida, que termina por esterilizarlo todo. A veces las normas, las reglas y las leyes no son suficientes, y debemos poner además algo de esfuerzo y reflexión por nuestra parte para actuar con la prudencia debida. Todas las virtudes están relacionadas entre sí. No existe ninguna virtud aislada de las demás. Seguramente nos ha llamado la atención que la naturaleza no conozca ningún elemento “puro” e independiente de otros, sino que más bien tiene siempre armónicos superiores e inferiores, es decir que siempre hay acordes.
De todas formas, siempre nos quedará un recurso: el buen humor. Solo la mirada buena es capaz de ver lo peculiar, lo cómico que tienen todo lo humano. El humor surge cuando de repente advertimos lo chocante, la rareza, lo peculiar de aquello y entonces se ríe (a veces solo por dentro). Pero en la medida en que tras la risa vuelve la seriedad, la bondad resulta entonces más fácil, más amable.


Ni que decir tiene que el ejemplo de aquel junco flexible azotado por el viento, resistente en contraste con el grueso pero rígido tronco arrancado por el mismo viento, es una imagen conocida y un ejemplo recordado. Son citas orientales que nos recuerdan la fuerza de esta virtud humana.La flexibilidad es estar abierto a la necesidad del cambio. Son muchas las cosas inesperadas que se presentan en la vida y controlar los acontecimientos nos resulta poco menos que imposible. Cuando ocurre algo que nos perturba, quizás sea un aviso de que debemos obrar diferentemente o tratar de mejorar en algún sentido.Pues bien; ser flexible significa que, en lugar de quedar afectados por las dificultades, las afrontamos como un desafío, dispuestos a llevar a cabo los cambios que sean necesarios.La flexibilidad significa que no siempre tenemos que salirnos con la nuestra. Estamos abiertos a las ideas de los demás, a sus pensamientos y sentimientos y justo porque somos flexibles estaremos dispuestos a cambiar de idea. Si algo no funciona, lo intentamos de otra manera.La flexibilidad significa reemplazar los malos hábitos por otros nuevos. Te observas a ti mismos y decides si necesitas cambiar de proceder. Hacer esto, no significa perder nada, sino crecer como persona, como ser humano.Cuando somos flexibles, nos adaptamos y amoldamos. Cambiamos y con el cambio surgen siempre nuevas posibilidades, aparecen nuevas formas y ocasiones. Nuevos modos de operar y acceder a la experiencia, nuevas formas de enfocar la vida.Lo contrario a la flexibilidad es el conservadurismo a ultranza, la rigidez. Sus consecuencias naturales son el disgusto, el enfado, la ansiedad.Muchas de las enfermedades de nuestra vida moderna, son debidas a la inconformidad y el estrés. La persona flexible, se aleja de estas dolencias.Solamente, el mero hecho de proponerse seriamente el aumentar la capacidad de nuestra flexibilidad, nos abre puertas a un mejoramiento general de nuestras circunstancias actuales y nos brinda la posibilidad, sea cual sea nuestra edad, de vislumbrar la vida como una maravillosa aventura.

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