martes, 30 de diciembre de 2008

COHERENCIA




Un amigo médico, me contó no hace mucho, que los animales al igual que las personas tienen la capacidad de aprender lo que está permitido y lo que está prohibido. Por ejemplo, una rata -me decía- puede aprender a comer solo unos pocos trozos de comida si el investigador, tras una cantidad de bocados, da una palmada por encima del animal. Pero cuando el investigador deja la habitación, la rata come hasta que no puede más. Si la rata hubiera sido una persona, sería probablemente lo que solemos denominar una hipócrita. Otras especies de animales como los perros, además de aprender lo que está permitido y prohibido, pueden interiorizar este conocimiento de manera que llega a ser como una parte de él, independientemente de si alguien los observa o no. El perro es, en este sentido, “coherente”.
A lo largo de nuestra vida vamos adoptando diversas posiciones que hacen que nuestra actitud ante la vida cambie, que en una época algunos valores se subrayen con más claridad y fuerza que otros… Pero ¿está lo moral condicionado por el tiempo o lo trasciende?
Lo moral nos afecta desde dentro, desde el núcleo más central de nuestra personalidad, la moral es una interiorización de los valores que no está sometida al tribunal del tiempo ni al de las cambiantes circunstancias.
Es la moral la que rescata al tiempo y a las cambiantes circunstancias, la que ilumina e interpreta, y no es el tiempo lo que juzga de lo moral disolviéndolo en el devenir.
A no ser, claro, que queramos comportarnos como esa ratita de la que hablábamos al principio.

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