domingo, 27 de abril de 2008

EMPATÍA



“Cuando tenía veinticinco años fui a EE.UU para participar en una conferencia científica, y aproveché para visitar a mi abuela materna que tenía entonces ochenta años y que acostumbraba pasar el invierno en un hotel de Florida (…) Mi abuela estaba enojada conmigo ya que la relación con mi novia de entonces, Gabriella, hacía poco que se había terminado y mi abuela se había hecho ilusiones con tener biznietos. Varias veces me dijo que debería “hacer las paces con Gabriella”.
Un día se llevó la cámara a la piscina para hacerme una foto. Según su deseo me levanté y después me empezó a dirigir: “Da un paso hacia delante, no, mejor dicho, vuelve a donde estabas, no, no tan lejos, ponte al lado de aquella mesa”. Mientras tanto, se acercaban cada vez más gente a nuestro alrededor, que nos miraban mientras iba de un lado para otro. Una y otra vez la abuela aprovechaba para explicar al grupo, cada vez más grande, que este era ni más ni menos que su nieto de Suecia. Yo estaba cada vez más a disgusto en mi posición de víctima, pero intentaba poner buena cara. Finalmente la abuela bajó la cámara, sin haber hecho ninguna foto, y dijo con una sonrisa: “Stefan, tienes la cara triste ¿Sabes por qué? Porque echas de menos a Gabriella”.
La empatía es la capacidad de meterse en los pensamientos de otra persona. Incluso la abuela de Stefan tiene esta capacidad, aunque en esta ocasión estaba cegada por su deseo de tener pronto biznietos. Hemos de esforzarnos por empatizar en el trato con los demás y mirándoles a la cara, hacernos preguntas del estilo: ¿Cómo piensa? ¿Cómo quisiera que yo reaccionara? ¿Cómo se encuentra? ¿Qué le importa más ahora mismo? ¿Por qué ha dicho ésto? E intentar hacer pequeñas comprobaciones para ver si hemos acertado. Con el tiempo podemos adquirir gran maestría e intuir con rapidez como se encuentran los que conviven con nosotros.

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