viernes, 18 de abril de 2008

EL RESPETO



El Respeto

¿Qué es el Respeto? Existe un sentimiento de temor que a la vez manifiesta honor; existe un estilo de honor traspasado de amor. Una forma de temor que guarda distancia, que se prohíbe así mismo entrar demasiado. Quizás tenga su origen en el presentimiento de la grandeza de lo sagrado y en el anhelo de participar de esa grandeza junto con la preocupación de ser indigno de ella.
Respeto es cuando renuncio a tomar posesión y usar para mi provecho algo que solo así, en ese espacio espiritual del respeto, puede subsistir libremente y resplandecer.
Cuando el Respeto aparece en lo cotidiano, entonces se llama Atención, Cuidado. Así, por ejemplo, cuando tomamos en serio a alguien, cuando cuidamos lo que le es íntimo, lo que pertenece a su mundo privado… Y al revés, cuando se deshace una amistad o cuando se hace áspero el trato matrimonial, deberíamos preguntarnos si no hemos dejado de ser atentos, si en algún momento en el trato ha faltado el cuidado y el respeto necesarios, si nos ha faltado la Cortesía: esa expresión de atención que consigue hacer convivir a los seres humanos sin herirse mutuamente, más aún que alcanza del convivir plenitud y agrado.
¿Qué diferencia la Atención, el Cuidado y la Cortesía del Respeto? Las primeras son necesarias en todo lo humano; el Respeto se despierta ante lo Grande. Y ¿qué es lo Grande? Lo Grande aquí, no es lo cuantioso ni lo inmenso, lo Grande aquí es la fuerza de exigencia con uno mismo y el estar dispuesto a ponernos en juego por algo importante. Es amplitud de campo de visión y valentía de la decisión. Es aquello capaz de despertar el sentimiento de la magnanimidad en el espíritu.
Quien se encuentra con la grandeza lo tiene difícil porque se puede desanimar, bloquear. Pues ante la grandeza de otro me siento yo pequeño ¿Qué hacer? Solo existe una defensa: el Amor.
Efectivamente, ante las grandes superioridades el Respeto afirma: “él es grande, no yo…, pero es bueno que exista esa grandeza”. Solo este Amor puede hacer desaparecer la envidia y crear entonces el espacio espiritual propio del Respeto. Porque frente a la grandeza del otro, sino se la deja valer respetuosamente, surge el rencor que trata de hacerla pequeña.
Encontrar la gran realización donde quiera que esté, abrirse a ella y reconocer: “es bueno que alguien haya podido hacer esto“, esta actitud, nos descubre la situación cultural de una persona, su categoría espiritual aparece al observar cómo siente y con qué libre gozo responde ante la gran personalidad y la obra elevada.
Pero hay más. El Respeto ante lo Grande es un sentimiento natural, pero también lo es el Respeto ante lo inerme, el débil, el que sufre, el inexperto, el oprimido. La necesidad y el dolor humano ¡cuánto Respeto merecen! Recuerdo que de pequeños nos decían: “no te burles ante el mal ajeno, no sea que te pase a ti lo mismo”
Hay algo más. Parece como si todo respeto desembocara en el Respeto ante lo Sagrado. Lo percibimos cuando entramos en la iglesia; quizás por eso se construyen tan altas y tan espaciosas como invitándonos a entrar. Y entramos despacio y hablamos bajito… Una pregunta: ¿por qué a veces lo sagrado lleva a algunos a la rebelión, a la burla, a la irreverencia e incluso al insulto? Ninguno esta exento de este sentimiento, quizás forma parte de nosotros desde la rebelión original.
Benedicto XVI nos ha mostrado que el acto básico del Respeto ante lo sagrado es: la Adoración. Hay un gesto que expresa este acto: la Inclinación. ¿Por qué se da tan pocas veces este acto de Adoración? Si, hacemos peticiones, agradecimientos, también alabanzas, pero casi nunca Adoración. Y esto es esencial, porque adorar significa decir: “Tu existes y yo estoy ante Ti. Tú eres quien existe por esencia, el Creador, y yo soy tu criatura. Tu eres el Santo y yo en cambio no”.

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